Dicho partido lo ganó 2-0, y de esta manera se consagró campeón dándose el gusto de dar la vuelta olímpica en el estadio de su eterno rival, que descendía a la «B» por primera vez. En un tramo donde eliminó a la Juventus en tiempo suplementario, por un marcador final de 2:1, el cuadro lombardo disputó la final ante el Padova (que había eliminado al Inter), el 14 de junio de 1967 en el Olímpico de Roma, logrando imponerse por la cuenta mínima, gracias a un tanto de Amarildo (en la que fue su última temporada en el Milan) en el cuarto minuto del tiempo complementario.